"Private eye, matón a sueldo", reza su tarjeta de presentación. Es un personaje habitual de Macroaldea, la gigantesca urbe que engulle y regurgita a sus propios monstruos. No suele hacerse cargo de casos importantes pero sí que sabe limpiar con discreción y una cantidad aceptable la suciedad de los barrios altos. Acostumbra a tomarse un frankfurt entre pesquisa y pesquisa en el puesto de la esquina, y los ratos de ocio los pasa sentado a la mesa de un music hall muy oscuro, donde chicas de anchos hombros, voz grave y muy pintadas cantan canciones de moda.
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