Pues sí, anduvieron por ahí mis chicos, repartiendo filosofía
Killer a diestro y siniestro con la seriedad que les caracteriza.
No pude menos que felicitarles por su magnífica intervención.
Después les puse a firmar ejemplares, (hay que vender), ante la atenta mirada de un sujeto que he contratado recientemente como
guardaespaldas. Comediante, creo que lo llaman.
Mañana más,
haw,
haw,
haw.
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